Balance — Alice B. Fogel

Otras Poéticas
3 min readDec 1, 2021

Renombrada poeta de Hudson Valley, fue vestidora teatral y sacó su licenciatura en arte y literatura del Antioch College, y la maestría en poesía de la Universidad de New Hampshire y viaja dando seminarios y talleres de lectura y escritura y trabaja en el Landmark College con estudiantes con alguna discapacidad. Pueden encontrar más información sobre ella en su sitio web: http://www.alicebfogel.com

Ahora sí, el poema, primero en su lengua original:

Balance is everything, is the only
way to hold on.
I’ve weighed the alternatives, the hold
as harbor: It isn’t safe
to let go. But consider the hover,
choices made, the moment
between later and too late.
Hesitation is later, regret
too late. You can’t keep turning
and turning, or expecting
to return. This earth

is not a wheel, it is a rock
that erodes, mountain by mountain.
And I have been too soft,
like sandstone, but there is a point
where I stand without a story,
immutable and moved, solid
as a breath in winter air.

I have seen my death and I know
it is my neighbor, my brother,
my keeper. In my life
I am going to keep trying
for the balance,

remembering the risks and the value
of extremes, and that experience
teaches the length of allowable lean;
that it is easier — and wiser —
to balance a stone as if on one toe
though it weigh a hundred pounds

than to push it back against the curve
of its own world.

Alice B Fogel, “Balance” from Elemental. Copyright © 1993 by Alice B Fogel. Reprinted by permission of Alice B Fogel.
Source: Elemental (Zoland Books, 1993)

Traducción al español de Rebeca Villalobos Torres:

El balance lo es todo, es la única
forma de resistir.
He sopesado las alternativas, la resistencia
como un puerto: No es seguro
soltarse. Pero considera el merodeo,
las decisiones tomadas, el momento
entre después y demasiado tarde.
El titubeo es para después, el arrepentimiento
es para demasiado tarde. No puedes seguir girando
y girando, o esperando
regresar. Esta tierra

no es una rueda, es una roca
que erosiona, montaña a montaña.
Y he sido demasiado suave,
como arenisca, pero hay un punto
en el que me quedo sin historia,
inmutable y conmovida, sólida
como aliento en el viento invernal.

He visto mi muerte y sé
que es mi vecina, mi hermana,
mi protectora. En mi vida
voy a seguir intentando
balancearme,

recordando los riesgos y el valor
de los extremos, y esa experiencia
enseña la longitud de una inclinación pertinente;
que es más fácil — y sabio —
balancear una piedra en un dedo del pie
aunque pese cien libras

que empujarla hacia la curva
de su propio mundo.

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