7 poemas sobre la violencia en México

Otras Poéticas
7 min readOct 26, 2020

Olga Orozco bien dijo que el poeta ve lo poético en lo más cotidiano. Vivir en México es escuchar de una desaparecida, un muerto, un culpable o un prófugo cada día de la semana. La violencia ya no es sorpresa, sino rutina; es lo cotidiano que naturalmente se vuelve poema. A continuación presentamos 7 poemas mexicanos, escritos no sólo desde la impotencia y el miedo, sino desde el deseo de retratar la experiencia de sobrevivir en el campo de una batalla que no parece tener fin.

Ciudad sitiada

por Carmen Amato

En la ciudad de mi infancia
quedaron los dulces años;
mi adolescencia atravesó sus calles
sin temor ni sobresalto;
la juventud fijó espacios
entrañables, construyó en despoblado.
Aquí ejercí mi primera profesión,
aquí cuajaron mis afanes;
luego llegó el tiempo de horror:
la muerte de mujeres,
las cruces rosadas en baldíos,
la mirada del mundo sobre Juárez.
Los puentes anchos se volvieron ínfimos
contactos, abismo abierto, muro levantado,
territorio en disputa entre ejército
habitantes en capos.
La ciudad de mi infancia
 — ahora una ciudad sitiada — 
se desangra;
retenes, militares, metralletas,
tanques:
todo un campo semántico.
Campo minado.
Campo Marte.
Campo Santo.
Campo abierto, campo
cuyas flores van muriendo
sin reparo
Mala yerba que sea arraiga
sin jardinero que la arranque.

Carmen Amato Tejeda es una poeta y promotora cultural originaria de Aguascalientes. Algunos de sus poemarios publicados son Gestación de la luz (2006), Estación Tempe (2008) y Ni cincel ni fragua (2009). Fue organizadora durante seis años del Encuentro de poetas en Ciudad Juárez, lugar en el que actualmente reside.

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Despertar

por Iliana Rodríguez Zuleta

Soñé con un Dios Desollado, Señor de la Renovación.
En mi sueño
prometía primaveras.
Desperté:
me miraba, sin ojos,
una incomprensible máscara de muerte.
Soñé con sombras.
Dos veces veinte
más tres: y siempre más.
Sombra tras sombra, crecía la sombra.
Era una mortaja que cubría la tierra caliente
de sangre;
mortaja que el desierto del norte cubría
con cruces rosas,
que cubría los rostros de los colgados en los puentes,
que cubría despedazados, ultrajadas.
Soñé con mortajas de sombra.
Desperté:
me miraban los ojos vivos
desde el fondo de sus fotos.
Soñé con una pira que arrasaba carnes, huesos,
llantas, uñas, pelo, sueños.
Con una pira absurda que los cielos incendiaba.
Soñé los más horribles sueños.
Los sueños del quebranto y de la injuria.
Y me cansé,
ya me cansé
y quisiera despertar ahora.

Iliana Rodríguez Zuleta es una poeta y ensayista de la Ciudad de México. Algunos de sus poemarios publicados son Claroscuro (1995), Embosque (2013) y Traza (2017). Actualmente es profesora en la UACM para la Licenciatura de Escritura Creativa.

De malas

por Arminé Arjona

Mi ciudad
vomita balas
sangre, horror
y desconcierto
Mi ciudad
está de malas
es un mar de dolor
nuestro desierto.

Arminé Arjona es una poeta y activista de Ciudad Juárez. Ha publicado dos libros: Juárez, tan lleno de sol y desolado (2003) y Delincuentos: historias del narcotráfico (2009).

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Nuestra tierra huele a muerte

por Paola Klug

Nuestra tierra huele a muerte, con balas, con machetes, con cuchillos, con metrallas…
Muerte encapuchada, muerte cobarde.
Y la carne es secuestrada, torturada, mutilada en silencio, en la oscuridad.

La muerte que elige al azar en los camiones del norte,
Que vomita casquillos en la cabeza de inocentes,
Que desangra en las carreteras y en los malecones…

Nuestra tierra huele a sangre,
A dolor, a ira, a incomprensión.
Y la muerte nos vigila cerca,
Nos hace cómplices temerosos, pusilánimes egoístas…

Y corremos, nos hincamos, nos callamos y huimos.

Nuestra tierra huele a muerte,
De retenes, revisiones, violaciones, e interrogatorios.
Huele a muerte de fosas, de cabezas, de amenazas, de terror.

La muerte llamada gobierno, instituciones, violencia, apatía, bancos, dinero, mentira, televisión, periódicos, radio, democracia…
¿Cuánto vale nuestra dignidad? ¿Un plasma de 20 pulgadas? ¿Un carro del año? ¿Un contrato, una planta, un certificado, unos gramos de silicón? ¿El cuerpo inerte de un hermano? ¿Padre, madre, hijo?

Nuestra tierra huele a miedo, a balazos, partidos, alianzas, poder…
Y miramos por la ventana tímidamente después de oír los gritos, después salimos al llegar las sirenas y caminamos por la acera ensangrentada donde yace muerto nuestro vecino.
Entramos a casa, ponemos doble cerrojo y dormimos como animales irresolutos, incompletos…

Nuestra tierra huele a indiferencia,
Mañana le pagaremos tributo a esa muerte, con los impuestos, el banco, el súper, la hipoteca y rogaremos por un día más en esta patética subyugación, que huele a huérfanos, a diesel, a debates de circo, a niños quemados, a llanto de madre, a gritos de hermano, a sueños rotos, a vidas quebradas, aviones caídos, cascos con sangre, piernas rotas, caras desfiguradas, miembros castrados…

Nuestra tierra huele a tortura, ambición, a sicarios, a corruptos, a políticos, a desinterés, a insensibilidad a manos atadas, y nosotros hemos vendido a esa muerte nuestro sentido del olfato…

Paola Klug es una escritora y promotora cultural originaria de Tecolutla, Veracruz. En 2017 su obra fue recopilada en 4 libros: Cuentos Tejidos I y II, Mictlán y Relatos de las Brujas Morenas.

Crónica de mi manes

de Jorge Humberto Sánchez

mi padre tuvo la sabia idea de refugiarse en un hospital
y morirse el mismo día
en que el pueblo votó al nuevo gobierno
y no alcanzó a ver
que empezaron a caer como moscas
primero los del otro lado de la ciudad
luego los de la colonia contigua más tarde los conocidos
después los vecinos
y finalmente el atardecer nos regaló la muerte del amigo
y del hermano
y la ciudad como un animal en cacería y los automovilistas que avanzan pronto pronto observando de reojo al conductor de al lado que vigila por el retrovisor al conductor de atrás
mientras el policía el magistrado y el ladrón se ponen de acuerdo y dice ahora vas tú y luego sigues tú y el animal empezó a perder el resplandor de su pelaje y más tarde la piel
mírate ahora convertido en un pequeño animal
con los ojos en las cuencas de sus hijos
vagando ciego y sin corazón por la ciudades

Jorge Humberto Chávez es un poeta de Ciudad Juárez. En 2013 ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por la antología Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto, en donde se encuentra el poema aquí publicado.

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El plomo en la patria

de Eric Uribares

Aquí
no existen las balas
perdidas:
algún cuerpo las encuentra
siempre

y las arropa como
un beso que hierve agudo
hasta pintarnos los labios
de azul y hielo

una bala perdida en
el autobús encuentra
siempre su parada

una bala perdida en el
cine encuentra siempre
una butaca

aquí
todas las balas que
salen de su arma
llevan un mapa de carne.

Eric Uribares es un poeta y narrador de la Ciudad de México. Ha publicado un poemario, Cartografía del miedo (2011), y dos colecciones de cuentos, Ladrón de dinosaurios (2012) y Las conspiraciones fallidas (2016).

Poema para leerse en una fosa

de Fabiola Morales Gasca

Cercados por el miedo
vivimos formulando preguntas sin respuesta
Cercados por el miedo, Julio Ameller

Somos incendio de la misma sustancia
somos todos el mismo cuerpo torturado
somos la lentitud de este reino que no avanza
somos todos las manecillas quietas
las luces de la ciudad contemplando
la humedad de este pasto muerto.
Somos todas luciérnagas muertas.

Antes de que el pan duro de la alacena se llene de moho
antes de que venga el tan esperado fin del mundo,
déjame ver la última dinamita de tus ojos centellar,
porque somos incendio de la misma sustancia
porque somos todos el mismo cuerpo torturado
y antes de que una revolución light me llame
déjame cantarte en todos tus ayeres, en todos tus mañanas
que imposibles aves vuelen alrededor de tu ventana,
que no sea el semen de la ignorancia el que llene sorbo a sorbo tu alma.

Me voy lejos del incendio, de este corral de desilusión
me voy antes de que pongan piedra sobre piedra a toda esta generación.
Mientras el alba desprende la vacuidad en cada pueblo
mientras cada fábrica ha abierto su última esperanza
mientras cada escuela recibe como flor a abejas extintas
yo escribo aquí mi último poema con esta última bala.

Aquí yace mi cuerpo, aquí yacen mis ganas,
aquí yace mi incendio y toda mi sustancia
sólo recuerda que en esta fosa
no sólo voy yo, va el dolor de toda la nación.

Fabiola Morales Gasca es una poeta y escritora originaria de Puebla, Puebla. Es autora de dos poemarios — Poemas para tardes de Lluvia y Nostalgia (2014) y Crónicas sobre mar, tierra y aire (2015).

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Recopilación e introducción por Michelle Meillon.

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